Decidí postularme como miembro del Directorio Nacional de ANFACH, Asociación Nacional de Funcionarios de Aduanas de Chile y no es una decisión menor.
He cumplido ya 36 años desde que obtuve el título de Administrador Público con mención en Administración Aduanera, mi profesión de origen. Recuerdo que ingresé a la Aduana aérea de Pudahuel en Junio de 1970, por concurso público. Fui exonerado político por el primer Superintendente del régimen militar en diciembre de1973. Me he reincorporado en el año 2002 y he retomado de nuevo este espacio, en el qué aprendí las bases para haberme desarrollado integralmente en mi especialidad.
En mis inicios, luego de abandonar el alero del servicio público, viví dignamente en Buenos Aires, trabajando en dos compañías internacionales, gracias a las competencias profesionales que había logrado en mi breve, pero intensa carrera aduanera. La vida me dio la oportunidad de llegar a ser académico, autor y consultor internacional, enseñando de negocios, aduanas y exportaciones por diversas latitudes y culturas. Trabajé en los noventa en varios países de la región, dejando una huella positiva en amigos y trabajos cumplidos. Tuve a mi cargo el reglamento operativo de la Aduana de República Dominicana; coordiné la Comisión que reglamentó la Ley de Aduanas de Bolivia; diseñé el sistema de promoción de exportaciones e inversiones de Ecuador; fui encargado del proyecto de sistema de devolución de impuestos para ese país; trabajé en el Código Aduanero del Paraguay y en el diseño de la planta de esa Aduana, en actual aplicación.
Cuando uno se siente con energías suficientes para promover nuevos proyectos, es un deber cívico el aportar esta experiencia a la institución en que uno se formó. Cuando recuento tantos rostros y esfuerzos, me alegra esta decisión de incorporarme al trabajo gremial y espero que mis colegas lo entiendan como un aporte generoso y franco, como un compromiso por la transparencia y la dignificación de aduaneros y aduaneras. No dejaré, en caso de ser elegido, las funciones que cumplo en materia de Capacitación dentro de la institución. Pretendo cumplir con absoluta seriedad este compromiso, pues creo que con las técnicas actuales de comunicación, perfectamente se pueden compatibilizar ambas responsabilidades.
Por lo tanto, me declaro en una campaña especial, que quizás traiga los resabios poéticos de ese funcionario de Aduanas, Félix García Sarmiento, Rubén Darío, que contaba bultos en el puerto, mientras su espíritu se solazaba escapando por cerro Alegre. Dios me ha permitido equilibrar los hemisferios del entendimiento y la emotividad para poder expresar con claridad mis pensamientos, en la poesía o en el plano técnico, sin dobles discursos ni volteretas, fomentando la crítica constructiva y la cooperación entre las personas.
Para la reunión de Administradores Públicos del 19 de noviembre de 2005, entregué un documento de reflexión que titulé "La Aduana que tenemos, la Aduana que queremos", como una incitación al debate y al compromiso con nuestra institución. Creo que ANFACH ha jugado un rol importante en el desarrollo de la institución aduanera, pero queda un largo camino por recorrer.
Es necesario asumir el fortalecimiento de nuestras capacidades para afrontar nuevos desafíos técnicos, pero, al mismo tiempo, es necesario asegurar a los colegas un camino de desarrollo personal, una carrera funcionaria que hoy no existe. Es preciso bregar por una nueva planta funcionaria que sincere el plantel aduanero actual, incorporando a la planta al personal de contrata.
Es necesario potenciar una presencia fuerte de nuestro Servicio en el ámbito de Hacienda, para servir mejor a la fiscalización de los flujos de comercio, a la vez que hacer más eficiente la infraestructura logística de nuestro comercio con el mundo. En el plano profesional, pienso que el diálogo con la Dirección Nacional debe ser seguir siendo propositivo y coherente, para poder exigir que nuestra Aduana llegue a ser una entidad reconocida por las autoridades y la sociedad chilena. Los cambios necesitan de nuestra fuerza gremial para agilizar los tiempos de las decisiones centrales.
Con mi postulación quiero aportar mi experiencia y energía para el mejoramiento de la gestión dentro del gremio. Me la juego por alcanzar un clima de armonía, de respeto y de cooperación. Que prime un espíritu de servicio a los asociados. Como profesional que cree en las personas, veo necesario evitar las contiendas que desgastan y levantar la mirada a proyectos que vayan en beneficio de los asociados de ANFACH. Propongo trabajar para que recuperemos el espíritu cooperativo que marcó el nacimiento del gremio, yendo a acciones prácticas y viables de compras cooperativas para las familias, de acuerdo a los segmentos de edad de nuestros asociados. ¿Qué nos impide pensar en cooperativas habitacionales para los colegas más jóvenes o en sistemas de compre juntos para los gastos escolares?
Quiero atraer a los colegas que no se han inscrito en ANFACH para que se incorporen sintiendo que encontrarán ayuda a problemas reales de sus familias. Quiero que se sumen a trabajar de manera moderna y solidaria generando espacios que mejoren la convivencia interna, dejando atrás rencillas que nada aportan.
Soy un convencido de que no debieran influir en el gremio las etiquetas proselitistas, pues es necesario el trabajo serio, honesto y transversal. Sin embargo, nos conocemos por nuestras conductas y por nuestro derrotero. En ese sentido, soy un progresista de raíces cristianas, que cree y difunde en sus escritos los valores del humanismo, la profundización democrática y la participación. Me siento todavía con las energías y sueños que tenía cuando ingresé al Servicio Nacional de Aduanas. Fui exonerado de él por un régimen de facto, porque en Pudahuel, en una asamblea del gremio, el 10 de Septiembre de 1973, un día lunes por la mañana, a través de un discurso emotivo logré que nuestro gremio no paralizara y que respetáramos la legalidad de un régimen constitucional como servidores públicos. Ese discurso dado desde el corazón, significó que la Aduana y el aeropuerto siguieran funcionando normalmente, hasta el día siguiente. Eso es lo que puedo hoy mostrar con orgullo como un antecedente casi juvenil de lo que ha sido mi vida como aduanero en esta institución.
Simplemente, colegas, aduaneros y aduaneras, socios y socias de ANFACH, pido uno de sus cuatro votos para seguir trabajando por un gremio al cual pertenezco y del cual me siento orgulloso.
Gracias por su adhesión
Hernán Narbona Véliz
Administrador Público